
Es bastante común que cuando llegamos a alguna ciudad que no conocemos visitemos sus iglesias. Más aún si su historia, su arquitectura o sus imágenes están acompañadas de cierto renombre. Más difícil es que asistamos a las misas o servicios religiosos (a menos que el ir a misa sea parte de nuestra vida cotidiana) que en ellas se celebran, excepción hecha de las que se realizan en fechas importantes como Nochebuena, Semana Santa, Corpus Christi o las festividades de vírgenes y santos específicos. Sin embargo, tomarnos el tiempo para asistir a algunos puede resultar sorprendente y convertirse en un punto más del itinerario que teníamos pensado. Además de ser un placentero momento de reflexión aunque no comulguemos con esas creencias religiosas.
Aquí traigo dos de esos momentos, bien distintos entre sí, pero igualmente estimulantes para conectarnos con nuestro credo interior.
El primero tuvo lugar en la Abadía de Westminster. Los servicios religiosos de la iglesia anglicana tienen ciertas diferencias con los de la católica. En este caso asistimos con Claudia al Evensong, una celebración casi absolutamente cantada, con excepción de la Introducción, la lectura de los pasajes del Viejo y el Nuevo Testamento y alguna plegaria final. Les dejo el programa para quienes quieran saber cómo es la estructura del servicio.
Cualquier persona puede entrar al Evensong en la Abadía. Hay que hacer una fila en la entrada y, si sos de los primeros, es posible que te ubiquen en los asientos del coro. No fue nuestro caso, estuvimos sentaditas en las sillas colocadas en el transepto… Es una ceremonia solemne (por lo menos para mí), en la que no está permitido filmar ni sacar fotos. Sin embargo encontré un video en internet para que imaginen más o menos de qué se trata.
Las segundas fueron un día martes, hablo en plural porque fui a la misa de la mañana, para conmemorar y dar gracias por los 65 años de la creación del bloco carnavalesco Filhos de Gandhy (https://www.facebook.com/gandhyoficial) y a la tradicional de los martes a las 18h. Fue en Salvador de Bahia (Brasil).
Todos los asistentes cantan y muchos bailan mientras van entrando, en primer lugar las mujeres y luego los hombres, con canastas llenas de panes. Al finalizar la misa, los panes bendecidos se reparten a todos los concurrentes.
Nota 1: En Salvador el martes es el día de mayor actividad y hacia la noche es habitual el recital de Gerônimo en las Escalinatas que dan a la Iglesia del Santísimo Sacramento en la calle Ladeira do Carmo, pertinho del sitio en el que nos hospedábamos (Tamboleiro Hospedaria).
Nota 2: La frase es atribuida a Enrique IV de Francia (o a su consejero) al convertirse al catolicismo, por lo menos en apariencia, en 1593 con el fin de ser aceptado como monarca.