Aviso al lector: este relato cuenta recuerdos familiares muy íntimos de la autora. Si buscan una guía de viajes, no lo es.

Cuando fui a Disney por primera vez tuve que explicarle a mis compañeros de colegio qué era. Yo tenía 9 años, 1979. Habíamos sufrido una pérdida muy grande, y la familia estaba triste. Mis padres, quemaron ahorros, y cuando todos en Argentina compraban televisores color en Uruguayana (mi generación entenderá de qué le hablo), nosotros comprábamos 5 boletos en Panam Líneas Aéreas rumbo a Miami. No éramos de clase alta ni soñando, pero cuando la vida se te planta tan efímera, las prioridades cambian.
“Pasajeros con destino a…, presentarse en Puerta 2”… ese sonido se convertiría en ese momento y para toda mi vida en una música sublime para mis oídos.
Sin Internet para hacer el viaje virtual previo, ni mapas digitales, ni idea de lo que nos íbamos a encontrar, otro país, otro idioma del que hablábamos poco, un vuelo largo, modelos de autos desconocidos, todo nuevo.
Y llegamos, un cartel que a anunciaba que estábamos entrando a otro universo. Y de repente se nos abrió ante nuestros ojos Magic Kingdom, el único de los parques de Orlando contruido en ese momento. La bola de Epcot era una construcción que se veía a lo lejos y el único hotel dentro del mundo mágico era el que hoy (no recuerdo en ese momento) es el Disney’s Contemporary Resort, el que tiene adentro la estación del monoriel.
Asombro, llanto, risas que estaban tan ausentes para esos días en casa, felicidad, jugar y jugar y jugar, todos juntos padres, hijos, hermanos, amigos, jugar y jugar.
Para mí fue un quiebre en la vida. Supe que los viajes sanan, que los viajes unen, que los viajes enseñan, que los viajes transforman y Disney fue lo que necesitábamos en ese momento. Por supuesto que no curan las tristezas profundas, pero sí ayudan a transitarlas de otro modo.
Hago un paréntesis de Disney y recuerdo no hace tanto un alumno en un viaje de estudios que hicimos a Córdoba, me miró y le note en el semblante que la pasión por los viajes y su poder transformante se le estaban hacienda carne y me dijo «Gracias profe«. Entendí perfectamente por qué era pués yo también había sentido lo mismo cuando era una niña aún.
No sé si fue por ese viaje, o por qué, no importa realmente, pero quise repetir, ya siendo yo, madre.
Volví a Disney muchos años después, una, dos, tres veces más, con compañero de vida, con hija, con hijo, con sobrina, con hermano, con cuñada, y llevaría a todos si pudiera.
Es un gran plan: una burbuja en un mundo dónde la publicidad te dice qué todo es posible, que tu sueños se vuelven realidad, que la vida es linda. Y yo lo compro, sabiendo bien lo qué compro. Y me hace feliz, que en definitiva es lo que importa.
Es un destino que no deja de ser pausible de debate, incluso gente amiga a la que le extraña que me guste tanto… “pero a vos que te gustan los museos…”, “pero a vos que te gustan los pueblitos chicos…”, ”pero eso es para chicos…” “en serio planean ir de nuevo…?”
Y sí, me gusta mucho. Y también hay algo estadísticamente comprobado por mí: el que va una vez, quiere volver.
Dejo para otro relato, que haré en breve, algunas vivencias de los diferentes viajes a Walt Disney World, con más detalles de juegos, experiencias, hoteles, tickets y todo lo que se necesita para un viaje genial en el país de Mickey Mouse y por supuesto te asesoramos ( https://viajandovivoblog.com/diseno-de-viajes/) si te interesa este mágico destino

Hermoso recuerdo 💖
Me gustaMe gusta
Gracias Suzy
Me gustaMe gusta
Que buena experiencia familiar!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muy hermosa de verdad!!.Gracias por escribirnos!
Me gustaMe gusta
[…] Para mí fue un quiebre en la vida. Supe que los viajes sanan, que los viajes unen, que los viajes enseñan, que los viajes transforman y Disney fue lo que necesitábamos en ese momento. Por supuesto que no curan las tristezas profundas, pero sí ayudan a transitarlas de otro modo. Así escribía en el relato ( https://viajandovivoblog.com/2022/10/30/disney-el-que-va-una-vez-quiere-volver-parte-1/) […]
Me gustaMe gusta