Antes de comenzar a leer este relato, tenés que ir a https://viajandovivoblog.com/2020/05/12/el-leoncito-y-las-estrellas/, porque por culpa de eso, puedo escribir lo que sigue. Como Claudia ya contó todo lo referido a coordenadas y actividades en el link anterior, que me imagino que me hiciste caso y lo leíste, yo no lo voy a repetir, pero sí decirte que hicimos un pequeño desvío de unos 1200km apenas (sí, apenas!), para ver de qué se trataba.
Luego de varios litros de nafta, combustible para el vehículo, y otros tantos litros de mate, combustible para la charla y el alma, llegamos timidamente a Barreal, con actitud de «a ver que es esto que tanto había entusiasmado a una de las @viajandovivoblog.»
Barreal, ciudad tranquila, prolija, amable, cuidada, nos recibió de cara al Cordón de Ansilta, Los picos nevados enmarcando el espacio, el Río de los Patos mojandote los pies, la gente cálida. Sol que se agradece en julio en esos lares. Qué más pedir… Hospedaje para nosotros solos: literal, nos dieron las llaves. Piscina privada para dos, con vista a las nieves del Cerro Mercedario, y por allá decían el Aconcagua (les tengo que creer, no me voy a hacer la entendida, diciendo que diferencio los distintos picos). Hasta ahí, ya estábamos convencidos que el pequeño desvío de unos miles de kilómetros habían valido la pena.
Cómo había sido un cambio de rumbo no planificado, las visitas al Observatorio Casleo, estaban agotadas. Entramos a la web del Cesco y había un teléfono. Con pocas esperanzas, llamamos: Vengan a las 22h. Dijo: Vengan a las 22hs????? Le dijiste que era hoy???? Habrá entendido bien?????. Pasamos a buscar camperas, gorritos, bufandas , más pares de medias, y salimos rapidísimo, no fuera cosa que se arrepintieran.
Lo que sigue, no creo que pueda describirlo como se lo merece.
Luego de llegar al Parque Nacional El Leoncito, de noche, comenzamos a subir con el auto, alumbrados solo por nuestras luces. Ya vas sintiendo la inmersión en la oscuridad de la naturaleza posta, de esa que los citadinos muy pocas veces en la vida experimentamos. Nos esperaban dos guías del Cesco, genios totales y un grupo de aproximadamente 15 personas. Nos piden que apaguemos los teléfonos, que no usemos nada con luz, para que la experiencia sea mejor. Cuando las pupilas se acostumbran, empezamos a caminar hacia una plataforma donde estaban los telescopios. Ay ay ay ay cuando mirás hacia arriba… nunca más en las próximas horas vas a volver a mirar el piso. Tantas pero tantas , pero tantas estrellas , nebulosas, esta constelación aquí, ese planeta allá, sin luces de ciudad que interfieran en ese CIELO. Nos tiramos en el piso boca arriba un rato largo, fue algo fabuloso. Oscuridad, estrellas, silencio, viento calmo, cielo.
Sin duda alguna fue una de las mejores experiencias de mi vida.
Eso nada más… algo de nuestros Parques Nacionales, no son solo naturaleza palpable, son cielos, cielos que merecen ser mirados.
Y claro, sin fotos. Ni los ruidos de los obturadores ni las luces de los móviles interfirieron en esas dos horas de viaje a las estrellas.
Y disculpen que sea un poquito pesada, pero yo llegué ahí, leyendo esto https://viajandovivoblog.com/2020/05/12/el-leoncito-y-las-estrellas/, yo aviso…
Viajando data
¿Cómo llegamos? | en auto desde San Juan capital |
¿Dónde dormimos? | Acrux Barreal |
¿Qué hicimos? | Miramos el Cielo |
¿Dónde comimos? | Comedor Cordón de Ansilta |
[…] contamos en otro post sobre el viaje que diseñamos al Parque Nacional El Leoncito (Prov de San Juan, Argentina), también hablamos sobre astroturismo y los sitios para disfrutar esa […]
Me gustaMe gusta