Desayuno en Tiffany, no no, en Angastaco.

No voy a contar que esta ruta era parte de un viaje más largo, y que este tramo era solo eso, un tramo, que habíamos leído que sí, que era lindo, que es un clásico de la Ruta 40, que lo hacen en moto, en bici, en motorhome. Habíamos leído también que hacerlo con auto podía no ser conveniente. Pero allí estábamos: y jamás nos íbamos a arrepentir. El camino, ripio, parte del Monumento Natural Angastaco. Algarrobos, jarillas, breas, especies que empezás a reconocer después de varios kilómetros por el NOA. Zorritos grises que se cruzan en el camino: los ves bien, el camino no te deja ir rápido, esa sapienza de la naturaleza para hacernos bajar los cambios, en este caso no metafóricamente.

Monumento Natural Angastaco

Y las formaciones geológicas son de este planeta, no de otro, este planeta que es fabuloso, apasionante, diverso, asombroso. Formaciones de areniscas inclinadas, cortando el celeste intenso del cielo armando desfiladeros angostos de paredes altas, quebradas dónde pasan los ríos que cortan la ruta en verano. Y este camino parece todo el tiempo que es un cuadro torcido colgado de la pared. Nosotros íbamos cruzando los cauces secos, ya nos dirían los lugareños, que habíamos elegido bien la época, en épocas de lluvia es posible que con el auto no hubiéramos podido pasar. No suelo hacer descripciones rigurosas de los paisajes, pero en este caso es imposible no hacerlo, porque además mientras uno trasciende (digo trasciende y no pasa, porque no se puede pasar por ahí sin transformarse de alguna manera) por el camino uno va pensando, al menos yo, que el paisaje no es estático, se está transformando en este instante y el hecho de admirar esta maravilla hoy, es un proceso que se viene gestando segundo por segundo desde hace millones de años. Perdón por el divague, es que el camino me pone filosófica.  

Ruta 40 entre San Carlos y Angastaco

Paréntesis en el relato: se nos ocurrió hacer este tramo buscando a un señor Gustavo, que nos regaló un vino en Talampaya y nos comentó que era de su bodega por esa zona y era todo el dato que teníamos de él… no pudimos pasar por el camino, nos dijeron que estaba intransitable, no lo encontramos. “Gustavo de Salta que nos regalaste un vino sin conocernos, te fuimos a devolver el regalo, y nos regalaste algo más, este increíble paisaje. Si algún día nos leés, te agradecemos eternamente.”

Sí, así tomamos algunas decisiones de viajes!

Sigo con el camino. Llegamos a Angastaco, ciudad. Habíamos reservado habitación en la Hostería Municipal, excelente elección. Èramos los únicos huéspedes, nos hicieron sentir en casa. Visitamos el Museo Arqueológico, dónde charlamos con el encargado orgulloso del legado que nos enseñaba. Un centro cívico de cuentos: plaza donde estaba ensayando un grupo folklórico, iglesia impecable con un perfil recortado en el celeste impecable del cielo, escuelas con los chicos en recreo en la puerta (mi costado docente de ciudad no puede dejar de admirar esas costumbres de los lugares pequeños). Parecía una escena montada para que los únicos forasteros presentes, creyeran que eran parte de una obra de teatro.

Angastaco

Hicimos una caminata cuesta arriba, otra iglesia de adobe, corrales con animales, bodegas pequeñas, viento zonda haciéndonos comer tierra.

Angastaco

Y cuando creíamos que habíamos visto todo nos topamos con la bodega de Jorge Flores. Nos invitó a su casa, nos convidó con todos los vinos que tenía, los reservados, los aún jóvenes, embotellamos con él, y pasamos una tarde genial entre anécdotas de este poeta salteño y su esposa.

Y llegó la mañana de seguir camino. Angastaco nos despidió con un sol pleno, un café con leche delicioso en la galería de la hostería solos, no, solos no, con un perro negro que nos acompañó toda la estancia y se ganó mi corazón gélido para con los animales. En silencio, casi sin hablar, oyendo a las montañas.

Desayuno en Tiffany, no, en Angastaco, Salta.

Viajando data

¿Cómo llegamos?En auto desde Cafayate por la RN 40 – ripio
¿Dónde dormimos?Hostería Municipal Angastaco
¿Qué hicimos?Caminamos – Museo Arqueológico – Bodega Qué tal
¿Dónde comimos?Hostería y Comedor Pachamama Huasi.

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