Fuimos a Tarragona en una tarde calurosa, a fines de mayo.

Caminamos sin rumbo, casi sabiendo que el Mediterráneo nos esperaba a la vuelta de cualquier esquina. Pero eso, no evitaba que estuviéramos aburridas.
Seguramente esa forma o espíritu de caminata nos llevaría a encontrar un tesoro inigualable, como en este caso, pero lo más importante ese día era «que estábamos aburridas», ya se los dije ¿no ?



Habíamos visto, catedrales magníficas, vitrales medievales, callejuelas tradicionales que invitaban a perderse en ellas, pero en lo personal no había logrado la vista conformar mi espíritu viajero, más allá de estar caminando por la más romana de las ciudades de España, en donde mucho de los patrimonios históricos, declarados Patrimonios de la Humanidad, son de arquitectura romana.
Pero, volviendo a esa tarde calurosa, llegamos a una esquina, dimos la vuelta y nos encontramos con una avenida que nos tomo de la mano y nos sentó de un empujón en su boulevard.
Delante nuestro, una fuente, a la cual le dedique muchas fotos pues a mi entender, sus habitantes se lucen en ella, y mucho.

Luego, en el mismo boulevard que nos llevaría, mas tarde a cantar «nací en el mediterraneo « , frente a nosotras, allí estaba: Enorme ! , extraño!, dueño del lugar!, protagonista! El monumento a los Castellers.
» Tradición única de los seres humanos en practicar el trabajo en equipo y la unidad «, así lo definen.
Fotos: Viajandovivo
Reconocidos por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, se construyen los Castells en fiestas patronales en toda la provincia .
Obvio que todo tiene su orden al momento de generar semejante pirámide humana, la pregunta es ¿cómo se forma?
Primero lo primero, si la base está…, y se llama pinya. Se forma a través de varios círculos concéntricos de personas quienes serán las que soporten el mayor peso del castillo humano.

Luego, el tronc, con varios pisos. Uno de ellos será el pom de dalt, situado en los últimos tres pisos. Este tramo se prepara para sostener a la exaneta. Sobre ella, un niño, subirá, hasta la cúspide, escalando a sus compañeros y levantará sus brazos sin que se derrumba el castillo.

Semejante tradición fue plasmada en tamaño real por el escultor Francesc Anglès , sobre la Rambla Nova, emerge la obra de once metros de altura, 219 figuras y 12 toneladas de peso.
¿Queres conocerla?, Suscribite al blog, y te diseñamos el viaje.